BRONCÉATE SIN DAÑAR TU PIEL

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Lo primero que tenemos que saber, a la hora de hablar de protección solar, es la composición de la radiación.

  • Ultravioleta UVC cortas: Estas son absorbidas por las capas de ozono, y normalmente no llegan a la piel. De ahí la importancia de mantener esta capa intacta en la atmósfera.
  • Ultravioletas UVB medias:  Alcanzan la epidermis y son las responsables de los efectos a corto plazo del sol, como el eritema o enrojecimiento de la piel.
  • Ultravioleta UVA largas: Alcanzan la dermis media y provocan los efectos a largo plazo, como el envejecimiento o el cáncer.
  • Visibles: no intervienen en el bronceado pero pueden producir fenómenos de fotosensibilización.
  • Infrarrojas: penetran hasta la hipodermis.

El uso de fotoprotectores está indicado para evitar y prevenir todos estos efectos nocivos derivados de la exposición solar. Existen tres tipos de filtros solares:

  • Químicos: como su nombre indica son sustancias químicas que absorben la energía del sol que incide sobre ellas. Estos filtros actuaran en mayor o menor medida dependiendo de la cantidad de energía que absorban del espectro de absorción (si absorbe UVB sólo o UVB y UVA) y del tiempo que permanece en la piel. Son con gran diferencia los mas utilizados y están sometidas a exhaustivos reglamentos legislativos. Es importante que en vuestro protector aparezca el siguiente símbolo:

Esto quiere decir que es de amplio espectro y os protege frente a los efectos a corto y a largo plazo del sol.

  • Filtros físicos o pantallas: son sustancias de origen mineral que reflejan la totalidad de las radiaciones. Éstos son menos usados porque dejan la piel blanca. Son los más recomendados para bebes, niños pequeños, pieles sensibles y alérgicas.
  • Filtros biológicos: captan los radicales libres protegiendo la piel de los efectos de las radiaciones UVA. Completan la acción de los productos que sólo tienen UVB.

Ahora vamos a hablar del SPF (sun protection factor) o factor de protección solar, que mide la eficacia de un protector solar. Este factor indica el número de veces que el fotoprotector multiplica la capacidad de la piel de no quemarse. Se refiere sólo a las UVB. SPF50 quiere decir que la piel aguanta 50 veces más la cantidad de sol que necesita para quemarse.

Para elegir bien el protector debes tener en cuenta tu fototipo, es decir, como reacciona tu piel ante la radiación solar. Esta clasificación depende del color de la piel, del cabello, de la existencia o no de pecas, de la rapidez o intensidad con la que se quema la piel y de la capacidad de pigmentación.

Existen seis fototipos:

Fototipo I: individuos de piel clara, lechosa, pelo rubio o pelirojo, ojos azules, pecas. Se queman muy rápido y prácticamente no se pigmentan.

Fototipo II: piel clara o blanca, pelo rubio o pelirojo, ojos azules, pecas. Se queman de forma rápida e intensa y  pigmentan ligeramente.

Fototipo III: piel clara o mate. Se queman moderadamente y se broncean.

Fototipo IV: piel blanca un poco amarronada, pelo y ojos oscuros. Se queman poco y se pigmentan con facilidad.

Fototipo V: piel morena que raras veces se quema y se pigmenta con facilidad e intensidad.

Fototipo VI: piel negra, nuca se quema y se broncea intensamente.

Debes saber que existen multitud de preparados antisolares: cremas, aceites, lociones, geles… Si quieres saber cual es tu fototipo y que preparado se adapta mejor a tu piel ven a Vistapharma  y te lo diremos.

Aunque en este post solo hemos hablado de la piel, no olvidéis que las radiaciones ultravioletas son nocivas para nuestros ojos. Por eso es conveniente protegerlos con unas gafas con lentes que posean filtros solares homologados.

 

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